Islas desertores, Chaitén, Julio 2007
Hay coincidencias que nos dejan encantados, sintiendo que alguna fuerza buena es la que mueve al universo, para mi, ese es Dios.
Así partió esa mañana de navegación por las islas de Chaitén, me levante ansiosa, hace días que no había sol en el archipiélago, y esa mañana estaba iluminada por un sol radiante, la cordillera se mostraba completa y perfectamente nevada, yo amanecí nostálgica, añorando mi vida en comunidad; a mis amigos, los cantos, el MJD, la sintonía de compartir un carisma, ese lenguaje común entre personas tan diversas…..
El comandante me avisa, que unos curas subirían a bordo del Buque y antes de llegar a la posta, desviaremos el viaje; para desembarcarlos en isla Chuit….y luego a la isla Talcán a hacer la atención de salud programada.
Hace unas semanas, mis amigos del MJD, Nelson, Barbarita, y Andrea, vinieron a visitarme a Chiloé…. recordamos esos hermoso años, y a los grandes personajes de los que aprendimos, teólogos de la liberación, entre ellos; a frailes Dominicos; Fray Betto, Pablo Romo, y a Mariano Puga, sacerdote de las pobladas, el cura obrero de la estigmatizada población la legua, todos hombres comprometido con los pobres y marginados, defensores de la dignidad humana y sus derechos, denunciadores de la explotación y la injusticia social.
Seguía yo animada esa mañana por el sol, por los recuerdos, y la grata sensación de haberme reencontrado con una de las mejores épocas de mi vida y sobre todo con las ganas de recuperar la vida en comunidad y esa espiritualidad del cotidiano, cuando suena por el alta voz; el llamado a desembarcar. Entre que me ponía el salvavidas y ayudaba a bajar maletas de fármacos al zodiak, veo subiendo a toldilla, al mismísimo Mariano Puga, con el pelo más blanco, los pasos más lentos, pero los mismos ojos azules, vivaces y profundos, estaba ahí, Mariano Puga, el cura obrero!!!, el que recordé con mis amigos hace un par de días, estaba ahí en mi buque!!, en un día de sol entre cientos de días de lluvia, estaba en medio de las islas Desertores!!!, a kilómetros de cualquier lugar!!!.
No se imaginan mi cara, mi alegría, mi torpeza, yo sentía que estaba casi en medio de una revelación divina,… corrí a saludarlo con tanto cariño e ímpetu, él me miraba sorprendido, supongo preguntándose porqué cresta tanto fervor de esta desconocida
Quería decirle tantas cosas, pero no me salía ninguna, sólo estaba absorta en mi sentimiento, en estar frente a ese hombre admirable, comprometido con la lucha obrera, defensor del pobre, ese viejo cura bondadoso, al que había visto una vez en mi vida, hace casi 10 años, en otro rincón de Chile, cerca de Santa Bárbara en una misión en los Junquillos, y él celebró una de las misas más emotivas e inolvidables de mi vida, compartimos la comunión con un pan amasado hecho por las mujeres del campo, y celebramos en medio de un bosque, y animamos la eucaristía con cuecas y rondas de los niños campesinos, estaba ahí ese hombre, tan respetado, estaba hoy en chiloé conmigo, justo cuando yo más ansias de comunidad y de espiritualidad pedía!!!.
Cuando pude sacar palabra, ya íbamos navegando en el bote de goma hacia las islas, allí pude explicarle mi alegría, le conté que era la medico del buque, y que hace años compartimos una misión, hablamos de la gente de las islas, sus dolores, la pobreza material en la que viven, el fuerte asilamiento, y a la vez su riqueza para compartir, para disfrutar con sabiduría de la naturaleza y de las cosas sencillez de la vida.
Cuando llegamos a Chuit, lo esperaban los pescadores, hace semanas que estaba acompañando y celebrando misas en las comunidades de las islas Desertores, durmiendo donde caiga la noche y compartiendo como pobre entre los pobres.
Al bajarse se despidió contento, agradecido. Espero volver a encontrarlo, pero el solo hecho de verlo, dio tanto sentido a lo que hago, dio más fuerza y compromiso con mi pega, con mi gente, fue un día especial, fue otro día lleno de sorpresas que sólo sabe entregar este mágico archipiélago.
Daniela.