
Para quien mi palabra, para quien mi voz.
Se cierra el grito, la queja, la insolencia, se cierra la voz en un silencio.
Y presencio a ajenos y miro sus pretenciosos giros.
Y en medio de todo un revoltijo teñidos de fantásticos colores.
Prefiero al mar, su sal dura de manos ásperas.
Prefiero el dulce rumor del humilde, con sus vestidos de oveja y humo
Prefiero las mareas Y en ella mis respuestas,
en sus vestidos mi coherencia,
en sus faldas mi voz.