Mientras avanzo distraída en el cotidiano, en rutinas que
nos roban la memoria y las ganas. Repentinamente, como una explosión
súbita, aparece ese eco. Distraigo el ruido mental, y despacio y
seductoramente algo vibra dentro y vuelve a contactarme a ese rito antiguo de
vagabundear por las propias e invisibles fronteras, palpar los márgenes de los
propios infinitos para cruzar a la de otros. Nos devuelven a lugares nuevos o
antiguos y me cuentan quien fui, quien soy, quién quiero seguir siendo…
Esa voz - fuego, enciende algo, alumbra algo que
está, que tenemos, que portamos, que nos empujan a la vida, a todos los
verbos que merecen vivirse.
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