sábado, 1 de noviembre de 2025

Lela

“La muerte no termina  con la vida, 

la transforma, 

La dobla hacia adentro 

la vuelve raíces, 

para otras semillas.

A veces se disfraza de olvido.

Otras, de memoria pura”


Agostina Guolo. 




¿Cómo se despide a una mujer que casi vivió 100 años? …. lo haré desde donde comienzan  mis recuerdos contigo en Coe, siendo niña, colgada de tu delantal, siguiendo  tus interminables  carreras cotidianas por la casa. Viéndote Avivar el fuego, revolver ollas, tejiendo, cosechando huertas, sirviendo el té. 

Quiero Agradecer tu presencia y lo importante que significas en mi vida. 

Sé que tuve la fortuna de compartir tu mejor versión; la abuela cariñosa, cercana y disponible. La que me recibía con un vals en el umbral de su cocina, escogía las frutillas más lindas, me preparaba agüitas de hierba. Con quien veía  las series de terror de  Alfred Hitchcock, y se  acostaba conmigo, hasta que pasara el miedo.  


En tu jardín, explotaba la primavera y bajo tu parrón, los veranos serán eternos.


Las memorias huelen a galletas de Navidad, a noche de pascueros y luciérnagas. Las memorias en tu  terraza, donde a todos nos tocó, pincharnos los dedos de espinas..... 


A través  de tus manos creadoras, fui  aprendiendo del mundo; de un nido sacaste un huevo y lo pusiste en mi mano; entendí que la vida nace de adentro hacia afuera, sin apuro y con paciencia… En la huerta, me explicabas que plantas bajitas pueden dar frutos inmensos como un zapallo y que árboles inmensos, dan pequeños frutos como las bellotas, o que el centro de un girasol, está lleno de semillas. 


A tu lado, incorporé los  Ciclos de la naturaleza y la tierra, ritmos, que nos conectan indudablemente a nuestra humanidad. A saber esperar y comprender los procesos y tiempos de la vida, señales que atesoro y que hasta hoy me guían. 


El que conoció tu casa, sabe de tu hospitalidad, su buena cocina y largas sobremesas. 


Lelita, Espero que hoy, seas tú quien esté sentada y servida en una abundante mesa, sintiéndose amada y satisfecha, que tu alma, en esa misteriosa promesa que es el amor, esté abrazada al Memito, libre de limitaciones físicas, miedos y dolores…
Que tus casi 100 años de vida, nos inviten a detenernos, a reconocernos y repensar nuestras propias biografías, a reconectar con los ciclos y los ritmos de la vida, a escoger las semillas que sembramos y cultivamos para  heredar a las  próximas generaciones. 

Lelita, te amo. Gracias por tu vida




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