Los sabios y ordenados discursos, eran sólo propósitos de un equilibrio que tardaría en llegar, los pasos, no eran más que andanzas circulares, círculos aliviando un poco el agobiante estanco.lunes, 30 de marzo de 2009
Fragmentada
Los sabios y ordenados discursos, eran sólo propósitos de un equilibrio que tardaría en llegar, los pasos, no eran más que andanzas circulares, círculos aliviando un poco el agobiante estanco.A quién?, a qué se abrazaba, para no perder su rumbo, para romper las máscaras, los muros, para atreverse a descorrer las cortinas y mirarse. Verse y dejarse traspasar por el espanto, por el miedo, y frente a él, a ese espejo, desnudarse de sus certezas, de esas relucientes capas protectoras que sostenían su armadura. Cuando podría desnudarse de su arrogancia, de esa mueca conocida, de sus ojos y su mirada, esa mirada que podía ejercer siempre el mismo efecto. Cuando quitarse esa suma de convicciones y creencias, que aun siendo inofensivas, eran parte de su constructo, de ese invento de gigante frágil, dulce e inaccesible que fingía o deseaba ser. Quería pararse frente a esa imagen y besarle los ojos, aun hinchados de sostener el llanto, quería unirla, traerla de vuelta, juntarla, ajustarla a esta otra parte de si misma, a esta, que resultaba ser, su totalidad fragmentada.
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1 comentario:
El espejo pareciera ser a veces una pura y santa verdad, por eso cuesta, cuesta...
abrazo
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