Desde Malta sobrevolamos el Mediterráneo para aterrizar en el norte de la Isla Italiana, Sicilia. Al salir del hotel cercano al puerto, un camion arrolla a un motociclista, tras ayudarle a levantar la moto, y liberar su pie, él continua su rumbo con un despreocupado “arrivederci”...dos cuadras después, otro camión destroza el espejo retrovisor de un auto pequeño, mientras tanto, la fila de autos apura con gritos, rugir de motos y bocinas el tráfico; “bienvenidas a Palermo”!
Cruzamos puestos de berenjenas gigantes o impactantes peces espadas. Mientras un grupo de elegantes italianas en vestidos y tacos, se levantan las faldas para no tropezar con restos de pescado o verduras del suelo húmedo, para luego perderse en una iglesia centenaria a celebrar un matrimonio.... Caminando probamos hojaldre relleno de ricota (cannoli) o masas de pistacho, helados de limón o chocolate y el sabor se engrandece entre gritos, acordeón, regateo y exageradas ofertas de gentiles italianos, que cada 20 min, detienen sus labores para fumar, besarse o sonreír.....
Palermo es un contraste entre la marginalidad en suburbios con balcones atestados de ropa, migrantes y basura con la grandeza de iglesias, castillos y fuentes de antiguos imperios... una isla contradictoria y alucinante, donde se integran el tiempo y las diferencias, donde converge oriente y occidente, donde todos caben...Sicilia...una maravilla en el mundo en medio del Mediterraneo, que merece la pena 

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