20.5.23 Shincal
Precordillera de Catamarca.
Despertamos desayunando tortilla a la parrilla de la feria de los viernes en la plaza de Fiambalá, productores locales ofrecen sus aceitunas, nueces, arrope de chañar y algarrobo…. Revisamos los frenos de la Furti y partimos a un viaje hacia 500 años.
Al Camino del Inca.
Los pueblos Andinos del norte, datan de 400 -500 años antes de Cristo, hablaban una lengua común el Kakan, los primeros pueblos originarios fueron los Diaguitas y los Cachaquies, 2000 años después vinieron las conquistas: primeros Incas, luego Españoles.
En el 1500 d.c al Norte Argentino y Chileno, los hacen parte del imperio Inca, del Tawantisuyu. Los incas, compartieron saberes con los originarios Diaguitas, y formaron el Shincal, ruinas incas, hasta aquí 200 hectáreas en plena investigación.
Es el pequeño Machipichu Argentino….fue el centro politico, administrativo, comercial y ceremonial inca. (Se hacía intercambio de telas, cerámica, vasijas, semillas, harinas de algarrobo y maíz (las rocas de este territorio están llenas de morteros de 4 a 5 Concavidades, donde se evidencia un trabajo comunitario y colectivo)
Caminar el Shincal, ver sus muros de roca y adobe, su centro ceremonial (Ushnu) representando el centro de la tierra y a sus 3 mundos: pasado, presente y futuro.
Pudimos proyectar esa vida, desde la altura, en uno de sus cerros, donde estaba el altar a la luna, y donde sólo mujeres subían a dejar las ofrendas en el solsticio de invierno. Frente a este monte, estaba el altar del Dios sol Inti (donde subían hombres a ofrendar, para rogar una buena cosecha y vida, en el solsticio de verano). Esta plaza estaba limitada por extensos y robustos muros, y dentro de ellos, se levantaban otros angostos, con pasajes intercalados, por donde entraba la luz, formando el calendario solar, indicándoles las estaciones. A los alrededores, vestigios de las Cañancas galpones de trabajo: espacio asignado a labores cómo cerámica, tejidos, y moliendas de maiz. Alrededores corrales de piedra para guanacos y llamas.
De música de fondo se escuchaba bajo la tierra un extraño tambor, un verdadero pum pum! Pum pum!!!. Eran los tucu-tucu, pequeños roedores que hacen túneles subterráneos y crean este sonido como un verdadero corazón palpitando a nuestros pies.
Del suelo conocimos la flor de tierra, una hermosa flor café que eclosiona con 3 pétalos de madera, sin raíz, alucinante!!!.
el tronco del Chañar que cambia la piel cada año, invitándonos a la permanente transformación y renovación.
Fue un viaje para aproximarnos a nuestra historia y ancestros… a recobrar los orígenes y reconectar a sus ritmos y tiempos, a los Dioses dadores de vida; Inti y Quilla, a sus solsticios: los verdaderos ciclos de la tierra, a tanta sabiduría de nuestra Amerindia🙏🏼.
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