martes, 22 de octubre de 2013

Murallas


Misteriosamente, sucedía así; se paraba frente a un muro, y con todas sus fuerzas insistía, empujaba, forcejeaba, tironeaba hasta quedar agotado... (Sin desplazar, sin avanzar) Cuanto mas agotado, mas débil, mas vacío, mas liviano y mas rendido se sentía.... Misteriosamente justo allí, en esa rendición (limpio de propósitos) justo allí, la muralla vertiginosamente dejaba de obstaculizar y las cosas comenzaban a pasar, todas y cada una de ellas, se reordenaban y el escenario gris se volvía refrescante novedad!

1 comentario:

olo dijo...

Estos textos breves que escribes son difíciles pero nada banales. Son verdadera literatura, poesía en prosa, resisten los embates con los que la lógica de los lectores de hoy, que siempre van con prisas, intenta desmoronarlos como difíciles de entender, y poco a poco hacen que los que saben leerlos los recreen como suyos y pongan en ellos significados que les son propios. Esta es la meta de todo escritor. Tú lo consigues. Ánimo, no dejes de poner en negro sobre blanco lo que sientes.

En cuanto al texto en sí de esta entrada, revela una gran verdad. Muchas veces, las murallas que tú crees han levantado los demás para protegerse de ti, las has levantado tú para protegerte de los demás. En ti está el derribarlas. Crees que te han abandonado pero eres tú el que huyes. Suena tan a Heráclito….