sábado, 17 de noviembre de 2007

Labores del Sexo

Fue la segunda paciente de esa mañana en la Isla Meulín, mañana que empezó tarde ya que unas algas se enredaron en el motor del bote de goma y nos mantuvo un buen rato detenidos en medio del canal, me gusta cuando pasa eso y no hay lluvia, uno contempla mejor desde el agua, sobre todo cuando la naturaleza te premia con un vuelo rasante de 12 pelícanos perfectamente ordenados en V. Ella, mujer de 65 años, dedicada a las “labores del sexo” que por estas tierras del Chiloé profundo significa “dueña de casa”. Llegó entre quejidos, apoyada de un bastón de madera y su marido, era la segunda ves que la veía, hoy apenas apoyaba sus pies, tenía las piernas y los glúteos heridos, manchas moradas y violáceas envolvían su piel, habían ulceras en sus tobillos, eran heridas abiertas con centros de carne muerta,….con esfuerzo logró sentarse, me sonrió cariñosa, y empezó a contarme; “Recién una semana que desperté así, me dormí bien y amanecí con estas manchas que empezaron a colorear hasta quedar como ronchas y heridas, le puse las hierbas de palguín y algo anduvo secando, pero no me deja el dolor”. Inmediatamente le conté que teníamos que sacarla de la isla, las heridas podían infectarse y al daño de la piel y las articulaciones podía sumarse el del riñón o el intestino…..El marido, se saco el sombrero lo puso entre sus manos y por primera vez comento; “¡¿pero cómo me va a dejar solito?!, hace 46 años que vivo con ella…….y nunca me ha dejado”…..No sé si me dio ternura, risa o deseos de golpearlo, un poco de las tres cosas quizás………., El próximo mes, cuando volvamos a la isla, sabré la confirmación del diagnóstico y el destino de este “pobre y solitario hombre” que desconoce las “labores del sexo” para poder sobrevivir.