sábado, 2 de septiembre de 2023

Cuenca, retorno lunar


 30 de agosto 2023

Hace 5 días estamos en Cuenca, Ecuador. Una hermosa ciudad colonial, repleta de iglesias y ríos. Estamos en el parque el Paraíso. Es un parque a la orilla de uno de los 4 ríos que rodean esta ciudad, entre el Tomebamba y Yanuncay, es hermoso, verde, lleno de árboles, se forma un lago, que por las tardes refleja nubes rosadas y donde ensayan la vida pequeños patos recién nacidos. 

Estamos afuera de la facultad de ciencias médicas . Por las mañanas, la gente trota y anda en bici, veo salir los estudiantes de medicina con sus delantales blancos, y siento compasión por ellos y alivio por mí, diciéndome: ya cumpliste tu condena, no saben todo lo que les espera. Les deseo Coraje y humildad “estudiar, no para saber más, sino para servir mejor”. 


Cada mañana hay colibríes verde tornasol tomando nectar de los árboles floridos, se escucha el agua del río, y me ayuda a reconectar a ese mantra que debe ser el “fluir”. Alrededor de la furti, hay nuevos furgoneteros que reponen fuerzas antes de seguir sus viajes (Argentinos, Canadiense, Franceses), nos reencontramos con la familia argentina “el viaje de la vida”, que hace 2 meses conocimos en Puerto López, regresaban de Colombia. hasta nos ayudaron comprando unos repuestos para la Furti “la tapa del agua refrigerante”, lindo volver a cruzarlos, cada uno con miradas y perspectivas tan distintas de los países, no disfrutaron Colombia y nosotras la amamos. según las experiencias humanas vividas se construyen las miradas y sin lugar a duda, las personas hacen los lugares. (Quisiera ser siempre una buena experiencia para otro ser: donde encontrar descanso y libertad) 


En este sitio, parque el Paraíso (que tiene el más rimbombante nombre, pero con todo derecho) pude por fin colgar la hamaca, leer, escribir, desayunar y almorzar sobre la mantita frente a la Furti, amasar tortillas rellenas de queso local, hacer jugo de fruta tropical con mango , maracuya y chirimoya, disfrutar del café recién hecho (gozo más su aroma que su sabor) esas cosas simples y extraordinariamente placenteras…. “Buen provecho, buenos días, cómo están “ nos saluda la gente. 


Hoy es súper luna azul en piscis junto a Saturno, lo que ocurre cada 30 años, es mi retorno lunar. 


No sé que significa, supongo que hacer cuentas de cara a mí misma y revisar lo avanzado. Al Sr Saturno le puedo contar que estoy en medio de regresar de mi sueño, y me siento cómoda en mi piel, creo que con más calma y apertura, menos expectativas y ansiedad. Satisfecha puede ser la palabra. Me siento mayor también, entendiendo la prisa del tiempo y la delicada tarea que tenemos en conectar a la vida, y no perdérnosla. Conciencia para transformar esa velocidad en pequeñas eternidades. Soltar precozmente la ira, la maña, el miedo, la razón…. Y fluir cómo este incansable río Tomebamba. Dejar de perdernos este tránsito terrícola que es alucinante y está lleno de maravillas, disfrutar en gratitud el “viaje vital” porque el tiempo es implacable y la vida es fugaz e ilusoria, (si nos atrapamos en un pensamiento, esa forma adquiere la realidad…. Es importante elegir los pensamientos. Y es sanador existir en 🙏🏼 gratitud).

Pienso en mi juventud en mis primeros 25 años y en sus deseos, en el vértigo y fascinación que conjuraban los  misterios. Esas ganas de escudriñar  más lejos de lo evidente. Esa sed de buscar y buscar fuera de las fronteras. De entrar en el otr@ y descifrarlo como un gran acertijo. Y en esta adultez, estos 40 y tantos, en esta conciencia (escurridiza), de quedarnos en los instantes presentes, en su simpleza y belleza, donde finalmente ocurre la vida. Agradezco sentirme creadora de mis días, saber de mi fuerza y mi poder, de mi consciencia, soy la artífice de mis ideas, de mi sentir y mi capacidad de transformarlos.

Sé de la aventura de llevarse puesta, de las mareas y naufragios que implica existir, del miedo, cansancio y noches aterradoras que implican cruzar el dolor y lo sublime y expansivo del amor.

Sé de lo infinito de nuestra dimensión humana, de la ternura, bondad, de nuestros laberintos y oscuridades, lo transformador del amor y su poder de recomponer y amplificarnos hasta liberarnos. 

Mi retorno lunar, supongo, tendrá que ver con esta mitad de la vida, en mitad del viaje, en mitad del sueño y en mitad del tiempo de regresarnos interminablemente a nosotros mismos y a la humanidad. 




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