sábado, 12 de abril de 2008

Tras la claraboya

Subió la marea, los nudos de viento habían aumentado, debíamos regresar.
El viento enfurecido sacudía el bote de goma, en ese escenario, éramos apenas un insignificante y absurdo lunar negro en el mar. Las algas como zargazos se enredaban en el motor, deteniendo una y otra vez nuestra huida, las olas como ha baldazos nos caían encima, y el dolor del uterino era quizás, el mejor anestésico para no enterarme del riesgo y aterrarme. Los marinos excitados gritaban ¡¡¡Azótame Pacífico!!!!, y nuestro obediente océano, volvía cada treinta segundos a bañarnos en un incontenible ahogo frío y salado…., yo como feto me hundí entre las cajas de fármacos y leches, cerré los ojos, pues mi útero competía en ira con el infinito mar.
Es curioso sentir placer en medio del miedo, sentir la adrenalina en el peligro, pero es eso lo que se siente, placer!, ….después de la ducha y ropa seca, mirábamos tras la claraboya, una inocente y hermosa masa de agua en calma, nosotros en cambio, seguíamos con los ojos ansiosos, sintiéndonos silenciosamente cómplices de un triunfo.

2 comentarios:

Rodrigo dijo...

Cuantas veces me asome al abismo, cuantas veces me deje caer, todo, todo por vos… ADRENALINA te llaman.

Soledad Burgos dijo...

Como todo buen viaje,,,como todo necesario viaje grito,,,!vamos,,arremete!,,,,luego de la calma, la ducha y el calor, todo se ve a la distancia, a la dulce distancia
Te quiero