
miércoles, 30 de julio de 2008
Marea baja

vas a quererme sin respuestas..."
Benedetti.
(todo bien de este lado, sólo disfrutando de la ultima inversión Chilota....varios kilos de oveja blanca en una cabaña....)
sábado, 26 de julio de 2008
Ciclos
sábado, 19 de julio de 2008
Sincronizar

Los encuentros, los lugares, las confesiones ocurrían en un orden exacto al que ella suponía ocurriría, así fue durante toda su historia (exceptuando el paréntesis). Era una especie de intuición, que con el pasar de los años, se volvió un hábito. Decidió aceptar con calma los ritmos vitales, pues para su interior, los hechos tenían un orden, que uniéndolos, traían, tarde o temprano, un sentido. Ella, sólo sabía sincronizarse al destino, como una pieza que a cada minuto se transformaba para volver a encajar.
Años tarde me di cuenta que no había sustancia mágica, ni poderes adivinatorios, era simplemente, que todo cuanto sintió, lo vivió como un regalo para el hoy, o un paso para el mañana.
viernes, 18 de julio de 2008
Resonancias
Siempre los días traen algo que nos resuena, y nos hace pensar….
Esta semana es la señora María de la isla Chaulinec, la que sigue resonando.
Anciana silenciosa, sencilla, con sonrisa de escasos dientes. A sus 20 años salió de la casa de su padre a la casa de su marido, parió sin ayuda 9 hijos, a tres vio morir, con 8, 30 y 180 días respectivamente, fue “como hombre pal¨ trabajo, hachando, mariscando, sembrando papas, picando leña, creciendo críos”.
Su “hombre”, la golpeó toda la vida; con palabras, abandonos, alcoholizado y no, con palos, con puños, con sexo, con hambre. Había días, cuando “se ponía malo” que la expulsaba de la casa, ella con sus niños, subían al monte a pasar la noche, al amanecer una vez dormido, regresaban.
La conocí por su muñeca rota, venía a buscar algo para ese dolor de 3 meses que no pasaba, era la secuela de la última fractura que le dejó una golpiza, la última, pues hace 3 meses, ella lo dejó. María, a sus 73 años, y después de 50 años de matrimonio, lo dejó.
Y lo que me resuena, no son sólo sus golpes, sino su mirada, como un cuerpo de 73 años, puede tener unos ojos de recién nacida, unos ojos valientes, que decidieron, que ya!, que no más!, después de 50 años de maltrato, no aguantaría más, esos ojos, sin miedo, y en una extraña paz, anunciaban; hoy tengo de regreso mi dignidad, mi libertad.
Me asusta la violencia excusada en el amor, me asusta, porque está tan cerca y tan despiadadamente camuflada en valores como compasión, comprensión o cariño… y no es más que maldita violencia.
Me resuenan sus ojos, su extraña y desesperantemente tardía libertad. Me asombra, el tiempo, esa larga espera que una mujer aguanta, hasta comprenderlo.
Esta semana es la señora María de la isla Chaulinec, la que sigue resonando.

Su “hombre”, la golpeó toda la vida; con palabras, abandonos, alcoholizado y no, con palos, con puños, con sexo, con hambre. Había días, cuando “se ponía malo” que la expulsaba de la casa, ella con sus niños, subían al monte a pasar la noche, al amanecer una vez dormido, regresaban.
La conocí por su muñeca rota, venía a buscar algo para ese dolor de 3 meses que no pasaba, era la secuela de la última fractura que le dejó una golpiza, la última, pues hace 3 meses, ella lo dejó. María, a sus 73 años, y después de 50 años de matrimonio, lo dejó.

Y lo que me resuena, no son sólo sus golpes, sino su mirada, como un cuerpo de 73 años, puede tener unos ojos de recién nacida, unos ojos valientes, que decidieron, que ya!, que no más!, después de 50 años de maltrato, no aguantaría más, esos ojos, sin miedo, y en una extraña paz, anunciaban; hoy tengo de regreso mi dignidad, mi libertad.
Me asusta la violencia excusada en el amor, me asusta, porque está tan cerca y tan despiadadamente camuflada en valores como compasión, comprensión o cariño… y no es más que maldita violencia.
Me resuenan sus ojos, su extraña y desesperantemente tardía libertad. Me asombra, el tiempo, esa larga espera que una mujer aguanta, hasta comprenderlo.
domingo, 13 de julio de 2008
¿Un café?

El guatero pudo devolverme el calor a los pies, refluye la sangre, la piel dejó ese amarillo pálido, y la hiperemia reactiva los dejó pulsátiles y rojos. Afuera ladra uno que otro perro, y me resisto a levantarme a preparar ese café.
¿Los muertos querrán darnos consejos?, ¿querrán aparecerse para decirnos, basta, deja eso, …está todo bien, …que importa. ¿la muerte, a nuestros muertos dará sabiduría?, ¿responderá nuestro final las interrogantes?, será allí cuando se levante el telón, se revelen los misterios, y nos miremos asintiendo las cabezas, con gestos de ¡¡¡ahhh, pero obvio, obvio que así tenía que hacerse!!!!
Alguna vez ...¿nos esperarán las preguntas que nos pasamos de largo y que ayudaban a comprender la vida?.....porque la vida, y su sentido, pasa por eso no? Pasa por responderse.
Hay que echar otro leño al fuego, hay que salir de aquí adentro. ¿Un café?.
lunes, 7 de julio de 2008
Buenos Aires

Corrí entonces entre putas coloridas y travestis cinematográficos, que bajo las techumbres iniciaban su jornada, …corrí por esas calles mojadas, que sudaban tanto como mi risa, me descalcé para dar el paso más seguro, y con ese encanto que me provocan los contrastes, corrí llena de esa nocturna, dolorosa y excluida urbanidad, salpicando y sintiendo mis pies en sus veredas, siendo recibida por ese convento que irónica-bellamente dormía en medio del barrio rojo, en medio de los marginados.

Esa noche, esa noche se abrieron las puertas de los sagrados templos para conjugar y bendecir carne y espíritu, para festejar y consagrar esta naturaleza, tan diversa, tan contrastada y amplia, tan llena de dulce, amarga y cálida humanidad.
Amén.
domingo, 6 de julio de 2008
Libre
sábado, 5 de julio de 2008
Infancia
Le llegaba apenas un poco más arriba de la cintura, caminaba sujeta entre su falda y su delantal, parecía su sombra, silenciosa y constante, siempre a su lado…
Las mañanas de mis veranos partían en su cocina a leña, me servía la leche en los posillos de madera (con mucha nata), asegurándome que eran los mismos que usaba Heidi.
Las mañanas de mis veranos partían en su cocina a leña, me servía la leche en los posillos de madera (con mucha nata), asegurándome que eran los mismos que usaba Heidi.

Luego bajábamos al campo, mis juegos era quebrar la escarcha del agua de los patos, darles trigo a las aves, recoger las bellotas para engordar los cerdos. Ir a la huerta, sacar la verdura; sintiendo ese olor a albaca y a tomate en la mata, todo amarrada de su vestido.

Ella, es mi Lela, (sólo “Lela”, porque “abuela” es para las viejas!) Con la que bailaba vals en cada encuentro en el umbral de su cocina y quien me enseñó a no tener miedos, excepto, a las lagartijas….pero para ser original, yo elegí temerle a las culebras y a los temblores.
Te quiero mucho Lela Flor, mucho.
viernes, 4 de julio de 2008
Cruces




Hoy estoy cansada, realmente cansada, hoy preferiría no zarpar, hoy pediré quedarme.
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